El medio ambiente en general, y el cambio climático en particular son temas muy en boca en nuestro tiempo. Son muchas las personas que se ponen «la chapita» de activistas medioambientales, pero muy pocas las que realmente pasan a la acción para hacer del mundo en que vivimos un lugar mejor. En este artículo quiero hablarte de esas personas, las que realmente crean ese cambio. Sin embargo, por el camino habrá que establecer con quién las estamos comparando.
El problema del activismo mediático
Dar difusión a las ideas es importante. De esta forma se puede concienciar a otras personas sobre ciertas realidades. El problema está en que hablar de los problemas que existen en el mundo no resuelve dichas realidades. Además, ocurre lo que llamo «el efecto caca de perro municipal».
Muchos ayuntamientos con problemas de cacas de perro en la calle organizan charlas sobre el tema en centros ciudadanos y asociaciones pero ¿Quién crees que acude a esas charlas? ¡Los que ya recogen las cacas de perro! Las personas que no lo hacen, no tienen el más mínimo interés en asistir a un evento así. De esa forma, dichas charlas no sirven prácticamente de nada. De hecho, no es que las personas que no las recogen no sepan las consecuencias para el municipio, es que no les importan.
Sin embargo, en este artículo te voy a hablar de formas de hacer las cosas que si marcan la diferencia, incluso con las personas que no están comprometidas con la causa. Sin embargo, déjame desarrollar otra arista de este aspecto antes de pasar a lo siguiente.
Los «influencers» medioambientales
Hoy en día se puede vivir, y muy bien, de ser activista, especialmente de ser activista o influencer medioambiental profesional. Sin embargo, este tipo de personas que buscan más «la foto» que el verdadero cambio muchas veces no son los verdaderos agentes ecológicos que cambian las cosas. Por el contrario, son como el político que va a sacarle la foto a un comedor social para su campaña electoral, y por tanto es el principal interesado en que el comedor social siga existiendo para tener donde sacarse fotos.
El caso de Rawana

Un caso muy sonado de esta año ha sido el de la influencer vegana «Rawana», que se dedicaba a subir contenidos a sus redes sociales sobre un veganismo radical, con recetas puramente de verduras, nada de sufrimiento animal… etc. Sin embargo, la encontraron fuera de «horas de trabajo» comiendo un plato de pescado.
Cuando se hace una apología tan fuerte sobre algo, es de esperar que esa personas sea coherente con lo que predica. Desgraciadamente, esta es la realidad que se ve con muchos tipos de activismo, y cuando se descubren este tipo de cosas acaban haciendo más mal que bien a la causa. Y eso es triste.
El ejemplo de Greta Thunberg
Otra realidad de este activismo mediático lo vemos en Greta Thunberg, una joven de 16 años que se pasea por el mundo dando gritos sobre el tema medioambiental. Aún estando de acuerdo con el contenido de fondo de las realidades que plantea, no es difícil pensar en qué tipo de intereses puede haber detrás de dar este bombo y platillo a una niña radical. Porque, aparte de exigir ¿Qué soluciones reales y factibles propone?
Sobre este aspecto, me gusta mucho citar las declaraciones del presidente Vladimir Putin sobre esta activista medioambiental, en la que invita a dejar a un lado la demagogia que supone llamar solamente a las emociones, e invita a resolver los problemas del planeta de manera más racional.
Las acciones puntuales que quedan en nada

Otro caso que podemos analizar respecto a los influencers medioambientales son las acciones puntuales de «hice esto y ya cumplí». Por ejemplo, este año hemos visto también como algunos youtubers y empresarios como Elon Musk han donado cierta cantidad de dinero a la plantación de árboles.
No digo que plantar árboles sea malo, pero pareciera que porque un día hayan hecho una donación, o se hayan grabado plantando árboles, ya el trabajo está hecho. ¿Hemos salvado el mundo? No señores, no, aún no…
Llama la atención cómo las visitas de ese tipo de vídeos hacen ganar a dichos youtubers pingües beneficios, quizás más altos que la inversión que han hecho en dichos árboles. Por otro lado, a empresas como las de Elon Musk, los beneficios se ven traducidos en un incremento del valor de las acciones de la compañía.
Eso no sería problema, alguna motivación tiene que haber. Sin embargo, el efecto global que podemos ver aquí se traduce en «hacen una cosa una vez, quedan bien, y el resto de personas piensan que como ya ellos han hecho ésto, ellos mismos no tienen que hacer nada» ¿Entonces? ¿A qué dirección nos lleva ésto?
Hay una forma mejor de salvar el planeta

Hasta ahora, vemos como hay unas realidades, que no a todo el mundo le importan, y una serie de personas que defienden con menor o mayor atino esas ideas. Sin embargo ¿Cómo podemos obtener una solución global que implique a todo el mundo? Mi tesis de este artículo, es que el único camino es el capitalismo manifestado en forma de libre mercado.
Un ejemplo muy bueno es un invento como el Pendrive, que ha salvado muchos más árboles que cualquier hashtag en redes sociales y que cualquier campaña de Greenpeace.
¿Por qué? Porque este tipo de tecnología deja obsoleto al papel, tanto para las personas comprometidas con el ahorro y reciclado del papel, como para las que no lo están. Todas usan el pendrive, y eso es lo que lo hace tan maravilloso, porque logra resolver el paradigma de la «caca de perro municipal» de la que hablábamos antes y, mediante el mercado, llegar a todas personas del planeta.
Cosméticos veganos, un caso de estudio que debes conocer
Esto nos lleva a una tienda online que a mi me fascina. Ellos venden cosmeticos veganos, y la empresa se llama Arolab Organic. Estoy enamorado de su visión de marca, y es una web que suelo compartir a modo de ejemplo desde que la conocí, porque se ven muy pocos ejemplos así.
Los cosméticos veganos ¿Qué son?
Los cosméticos veganos se caracterizan por no implicar el sufrimiento animal en ninguna parte de su proceso de desarrollo, elaboración ni comercialización. De esta forma, ni están compuestos por animales, ni se prueban en animales. Por tanto, ya de por si, es un producto muy bueno que tener en cuenta, por los valores que implica.
Además, son muchas las personas que están tomando conciencia de este tipo de productos, y es un mercado en alza, tal y como se puede ver en este gráfico:

¿Qué hace diferente Arolab Organic para llamar tanto mi atención?
Por supuesto, mi interés en esta empresa de cosméticos veganos no se basa solamente en el producto, sino en algo muy particular que se puede encontrar en su web. Se trata de la coherencia de la empresa con sus propios valores, y que se manifiesta en este cuadro:

Como puedes ver, no se trata de una empresa que vende cosméticos veganos porque sea un producto «súper guay» y ya está. Por el contrario, aplican sus valores en todo lo que hacen, como por ejemplo:
- Sus embalajes son ecológicos
- Los envoltorios son reciclables
- El dinero se deposita en un banco sostenible
- El transporte se hace mediante vehículos sin impacto de huella de carbono
- Y por no contaminar, ni el servidor web donde está alojada la tienda online tiene impacto medioambiental ¡Supera eso!
Desde luego, cualquier persona que llegue a conocer a esta empresa, y esté buscando cosméticos veganos, es muy probable que les acabe comprando a ellos ¿Por qué? Porque es gente implicada, y eso se nota. Y es gracias a este tipo de empresas, que no sales todos los días en los medios de comunicación, pero que hacen un gran trabajo por el planeta, que podemos tener esperanza, y tomar ejemplo.
Personalmente, considero más valiosa la aportación de empresas como Arolab Organic, que lo que pueda hacer una persona dando gritos en televisión. ¿Qué tipo de activismo medioambiental preferirías llevar a cabo tú? ¿Cuál crees que consigue mejores resultados?
Espero que te haya resultado interesante este artículo ¿Estás de acuerdo con mis argumentos? ¿Estás en contra? Cuéntamelo en los comentarios, y no olvides compartir este artículo en tus redes sociales para que más personas puedan opinar al respecto. ¡Hasta pronto!