El ser humano es un ente social. Para alcanzar nuestra plenitud debemos estar rodeados de personas. El voluntarismo pretende ayudarnos a lidiar con esas personas de forma beneficiosa para todas las partes.
¿Por qué vivir en sociedad?
Es fácil de explicar. Piensa por un momento cómo sería tu vida si no te relacionases con nadie. Tendrías que cazar o cultivar tu propia comida, buscar tu agua, hacer tu propia ropa (pero elaborando previamente el hilo y los materiales necesarios para fabricarla…) y así con todo. Podemos seguir con cosas como construir tus propios muebles y herramientas, y un largo etcétera. Mira a tu alrededor ahora mismo y piensa en cuántas de esas cosas que tienes ahí las has fabricado tú, y cuáles has comprado.
Por tanto, si no eres capaz de cooperar con otras personas y hacer algo que vemos tan normal como el comercio, llevar el mismo nivel de vida que tienes ahora mismo viendo este contenido sería virtualmente imposible. De esta manera entendemos que es más fácil para todos si cada persona se ocupa de tareas concretas dentro de la comunidad, y el fruto de ese trabajo lo intercambiamos pacíficamente en forma de bienes o servicios.
Pero no solo eso, ya que no hay un poder central que diga a cada uno lo que hacer. Para prosperar cada individuo debe centrarse en hacer lo mejor que sabe hacer. De esa forma estará brindando productos o servicios de mayor calidad, y por tanto mayor valor. Vivir en sociedad te permite sacar lo mejor de ti.
Vivir en sociedad como algo egoísta
Sin embargo, debemos tener en cuenta que el hecho de vivir en sociedad es en cierto modo un acto egoísta. Más allá de esta visión de cooperación entre personas, si lo analizamos bien, cada una de ellas está sacando algo de esto.
Entonces, lejos de ser un «sacrificio altruista» por parte de la gente, los principales beneficiados son aquellas personas que forman parte de la sociedad, ya que pueden acceder a productos y servicios de calidad que no podrían obtener si tuvieran que hacerse ellos todo por si mismos.
Es más, el hecho de tratar bien a la gente alrededor para que ellos te traten bien a ti sigue siendo un acto egoísta. Es en tu interés que te traten bien, y por tanto tratas de llevare bien con los demás. En otras palabras: das algo a cambio para recibir algo, hasta incluso con la cortesía.
¿Cómo vivir en sociedad según el voluntarismo?
Antes que nada debemos tener en cuenta que el voluntarismo se sostiene sobre la libertad individual. Pero ese individualismo, como hemos visto, no se entiende como aislamiento de la persona, sino como la capacidad del individuo de velar por si mismo y sus intereses. Para ello, defiende la idea de que puedas tomar tus propias decisiones.
Ya hemos demostrado que es de gran interés para el individuo vivir en sociedad. Sin embargo, hay muchas formas de relacionarse con otras personas. Vamos a ver entonces cuáles son aquellas formas que el voluntarismo propone como las más adecuadas para que seas feliz y que prosperes viviendo en sociedad.
¿Es mejor dar o recibir?
Como la sociedad es un medio en el que podemos intercambiar bienes y servicios con otras personas, es lógico suponer que esta relación voluntarista que tengamos con los demás va a tratar sobre qué vamos a dar y qué vamos a tomar de los demás.
En ese sentido, muchas personas pueden pensar que cuanto más tomemos de los demás, más tendremos nosotros. En esa línea de pensamiento podría parecer que la mejor forma de relacionarse con los demás es arrebatarles sus cosas por la fuerza. ¿Para qué dar algo a cambio pudiendo tenerlo gratis? Podría parecer entonces que tomar todo lo que sea sin tener que dar nada es lo más positivo para ti, el mejor escenario posible.
Pero cuando tratamos de llevarlo a la realidad surgen algunas cuestiones que te podría costar responder. Por ejemplo ¿Crees que los demás van a darte porque si todo lo que les pidas, con lo mucho que les ha costado producirlo?
¿Y qué pasa si otras personas quieren hacer lo mismo contigo? ¿No te defenderías? Entonces tratar de recibir sin dar nada a cambio llevaría a un conflicto violento, y según a qué escala lo hagamos, a una guerra. La guerra provoca destrucción y muerte, por lo que al final acabaríamos con menos que al principio. Por tanto tomar sin dar no es buena idea.
Dar sin recibir tampoco es buena idea
Autores como Ayn Rand, en su corriente filosófica del objetivismo, consideran el altruismo como algo perverso. ¿Por qué? ¿Qué hay de malo en querer ayudar a otras personas? Ahí es donde está la trampa. Una cosa es querer ayudar a los demás (como estoy haciendo yo contigo en este contenido), y otra muy distinta es el altruismo. te explico por qué:
Empecemos definiendo lo que es el altruismo. El altruismo no es preocuparse por los demás, es algo diferente. Cuando hablamos de altruismo, esto implica sacrificarte por los demás. Sacrificarte por los demás significa poner el interés de los demás por encima del tuyo. En otras palabras: Cuando una persona actúa de forma altruista con otra, una de las dos acaba mal para que la otra esté bien. Por tanto no hay un intercambio, sino que es como en el caso que hablábamos antes de tomar las cosas por la fuerza, con la diferencia de que la persona a la que «se lo quitan» no ofrece resistencia.
Y dirás «si una persona elige libremente ser altruista hay que respetarlo». Y podría responder que entonces si una persona decide quitarse la vida y suicidarse deberíamos también respetarlo. ¿Aceptamos también la eutanasia? ¡Ah! Pero no parece lo mismo, aunque realmente si lo es. La persona que se sacrifica por los demás está renunciando a una vida plena en favor de otras personas. ¿Realmente quieres defender esa idea?
En una relación sana no deberían haber víctimas
En una relación sana no debería haber víctimas ¿No te parece? Imagina una relación de pareja. ¿Qué dirías si una persona de la pareja vive todo el día satisfaciendo a la otra persona, la cual no hace nada por ella? ¿Es una relación sana o es tóxica? ¿Por qué entonces cuando esa misma dinámica se extrapola al altruismo le cuesta tanto verlo a la gente?
Si quieres profundizar un poco más en el punto de vista de Ayn Rand sobre este tema, te dejo un fragmento de una entrevista que le hicieron en televisión:
La falta de equidad en las transacciones destruye la sociedad
Por tanto, hemos visto que aquellas relaciones humanas en las que una de las dos partes sale perdiendo no son adecuadas ni siquiera egoistamente, ya que en algún momento la parte perdedora podrías ser tú. Es decir, aceptar que ese tipo de relaciones puedan existir, abre la puerta a que alguien con más fuerza que tú decida que seas la parte perdedora de su interacción. Esto aplica, tanto al caso en que se toman por la fuerza las cosas, como el caso en que se dan altruistamente. Ninguno de los dos escenarios te conviene, siendo (o pudiendo ser) la parte perdedora.

Es fácil también suponer que una sociedad en la que se premie el «quitarle a los demás sin recibir nada a cambio» es una sociedad condenada. Esto es debido a que en esa sociedad sería más cómodo ser «tomador» que «productor». Producir bienes y servicios supone un esfuerzo, en cambio tomar lo que a uno le apetece… no tanto. Basta con ir diciendo «Expropiese» por la calle.
Tarde o temprano todas las personas querrían ser «tomadoras», ninguna productora, y pronto no habría ni qué comer. Y si por alguna circunstancia un grupo de personas son sometidas por la fuerza en una forma de esclavitud para que produzcan si recibir nada a cambio… tarde o temprano acabarían sublevándose contra sus opresores, o el propio sistema simplemente haciéndose insostenible.
¿Y si ambas partes ganan?
Cuando, pensando en nosotros mismos, nos damos cuenta de que necesitamos vivir en sociedad para desarrollarnos plenamente, comprendemos que no son adecuadas las relaciones en las que se toma sin dar. Tampoco es bueno decidir no vivir en sociedad, ya que esto nos condenaría, como diría Hobbes en «El Levitán», a «una vida solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta«.
Descartando todas las formas de interacción en las que una de las dos partes pierde. ¿Qué nos queda? Pues, o bien que ambas partes pierdan, lo cual sería un absurdo ya que no habría ningún aliciente para hacer semejante intercambio, y éste no se produciría de forma natural, o bien que las dos partes ganen. Eso de ganar suena atractivo ¿Verdad? ¿Por qué no lo estudiamos más de cerca?
Podríamos afirmar que cuando realizamos interacciones en que ambas partes obtienen algo que quieren, ambas ganan. Entonces una forma de relacionarse de manera ética y sostenible con los demás sería esa ¿Verdad? Y si esto fuese así, seríamos todos felices, porque todos obtendríamos lo que queremos.
Cómo propone el voluntarismo garantizar que ambas partes ganen siempre
Esto se consigue aplicando un principio. Lejos de otros modelos éticos o de conducta, este principio no se aplica «porque es lo correcto» o porque «lo dice la ley», sino porque es lo que más te conviene. Y si no haces lo que te conviene para tu propio interés… igual muy listo/a no eres ¿No?
Por tanto es fácil garantizar que si las personas entienden de qué manera les beneficia esto, lo apliquen por pura conveniencia. ¿Quieres saber cuál es este principio? ¡Te los cuento!.
El principio de no agresión.
Es un concepto al que quiero dedicar un contenido propio más adelante. Sin embargo, vamos a resumirlo como una filosofía que dice que no nos conviene iniciar «fuerza física» contra otras personas.
En otras palabras es, como diría Fred Kofman, «la decisión de no iniciar nunca un acto de fuerza o violencia para obligar a otras persona a hacer lo que yo quiero que ellos hagan. Solamente utilizar la fuerza en caso de ser necesaria para la defensa«.
Esto tiene una serie de consecuencias inmediatas en la forma en que vamos a relacionarnos con otras personas. Concretamente, podemos dividirlo en dos conceptos:
Cooperación voluntaria
Significa que ambas partes van a relacionarse si es que quieren. No se puede obligar a nadie a tener una interacción que no desee, ya que se estaría empleando fuerza, y eso hemos dicho que no nos conviene, porque entonces la otra persona se defenderá con fuerza y podemos salir mal parados.
Si cada persona es independiente y autónoma, dos individuos pueden elegir encontrarse en un intercambio, si es que ambos quieren. Por ejemplo, imagina alguien que quiere vender pescado y monta una pescadería. Si tú quieres pescado puedes decidir entrar en su pescadería, pero solamente comprarías si ves que el pescado es bueno, y el precio razonable.
La cooperación voluntaria es el principio por el que se rige el comercio, como has visto. Sin embargo, podemos decir lo mismo de una relación de pareja, donde ambas personas deciden estar juntas por voluntad propia. En este sentido, un matrimonio concertado en la que una de las partes no quiere casarse con la otra, y es obligada por la fuerza a ello… estaría fuera de este tipo de interacciones. Por poner otro ejemplo.
Y es que la alternativa a la cooperación voluntaria es que una de las dos partes pierda con la interacción. Si yo tengo que obligarte a tranzar conmigo, significa que tú estás percibiendo que lo que yo te ofrezco no vale lo que te estoy pidiendo a cambio. Porque si pensaras que lo que obtienes es mejor que lo que das… ¿No estaría más que encantado/a de realizar esa transacción? En ese caso lo harías de forma voluntaria, y ambos ganaríamos.
Aquí entra en juego la percepción del valor de las cosas. Has visto en el ejemplo que dependiendo de si percibes que es mayor o menos el valor de lo que te ofrecen a cambio, consideras que estás ganando o perdiendo en la transacción. Supongamos que entras en una panadería, y ves que una barra de pan vale una moneda de oro. Si para ti el pan tiene más valor que la moneda, comprarás el pan, pero si te parece que está muy caro preferirás guardar la moneda para otra cosa. Del mismo modo, el proceso productivo del panadero, que le permite hacer muchos panes a la vez, hace que para él/ella valga más la moneda de oro que el pan, y por eso acepta ese precio.
Coexistencia pacífica
Sigamos con el ejemplo de la panadería. Imagina que para ti el precio de 1 moneda de oro por un pan es demasiado caro. Esto en si mismo no es malo, simplemente no habría transacción con el panadero y ya está. Podrías decirle que se lo compras por media moneda, y podría aceptar o rechazar tu oferta, eso es negociación. Pero si no hay acuerdo y te retiras pacíficamente entonces hablamos de una coexistencia pacífica.
¿Por qué lo llamamos coexistencia pacífica? Porque a pesar de no haber posibilidad de hacer una transacción en la que ambos ganen, tampoco da lugar a una agresión. Tú no vas y le quitas el pan por la fuerza al panadero, simplemente sales de su establecimiento y te vas a otra panadería que venda el pan más barato.
Esto implica que tú respetas la propiedad privada del panadero sobre el pan, y lo que es igualmente importante: El panadero respeta tu propiedad privada sobre tu dinero. No pudiendo llegar a un acuerdo, Ni tú le robas el pan que es suyo, ni el panadero te saca un cuchillo y te dice que le des todo tu dinero antes de salir por la puerta.
Conclusiones
El voluntarismo, por tanto, es una filosofía que busca que todas las personas vivan felices y en armonía. Para ello, se vale de sacar las interacciones violentas y la agresión de la ecuación, argumentando que a la larga no benefician a nadie, porque si inicias fuerza contra alguien, ese alguien te responderá de vuelta y ambos perderán.
Lo que queda, una vez descartamos aquellas interacciones en que una de las dos partes pierde, son las relaciones en las que ambos ganan. Y en los casos en que no se puede llegar a un acuerdo de intercambio pacífico, simplemente el respeto mutuo por la propiedad e integridad física de la otra parte, coexistiendo tranquilamente.
En futuros contenidos te hablaré más a fondo sobre el principio de no agresión, y de qué manera el voluntarismo se ve amenazado en muchas ocasiones por la intervención violenta de un tercer jugador en la partida del que no hemos hablado en el contenido de hoy.

Se trata de uno de los grandes enemigos de todas las libertades en particular, y de la prosperidad en general: El Estado. Pues nadie espera a la Inquisición Española, pero mete la cuchara donde menos te imaginas.
Y para ir abriendo boca, te dejo algo en lo que pensar: Si ambas personas son capaces de decidir qué transacciones les interesan, y voluntariamente realizarlas ¿Por qué sería necesario que alguien más fuese juez y parte para decidir qué transacciones se pueden realizar y cuáles no? ¿Y para decidir como deben ser esas transacciones, no debería bastar con las partes implicadas, de mutuo acuerdo y sin coacción? ¿Y si esa tercera parte que no pinta nada (o no debería) encima actúa haciendo uso de la violencia? ¡Ah! Pero esto lo desarrollaremos en otra ocasión. ¡Hasta pronto!
Algunos libros relacionados
A continuación te dejo algunos libros relacionados con este tema, o de autores que he mencionado en este contenido, para que puedas seguir ampliando tus conocimientos sobre el voluntarismo, en caso de que te haya llamado la atención el tema y te hayas quedado con ganas de más.
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